LUNES – SEMANA IV DEL TIEMPO ORDINARIO

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(Hb 11, 32-40 / Sal 30 / Mc 5, 1-20)

Ayer en la lectura del profeta Sofonías se nos hablaba de los anawim, «los pobres del Señor» y como éstos se convertían en un testimonio de fe para el pueblo por demostrar que su mayor riqueza era Dios… ellos esperaban en la venida del Señor y esto les bastaba. Tú y yo conocemos al Señor, ya no esperamos su primera venida sino su retorno ¿Qué nos impide concebirle como nuestra mayor riqueza?

El autor de la carta a los hebreos, nos da importantes testimonios de fe que aparecen en las Sagradas Escritura, aclara “sin embargo, todos ellos, aunque acreditados por su fe, no alcanzaron a ver el pleno cumplimiento de la promesa: es que Dios había dispuesto para nosotros algo mejor y no quería que ellos llegaran, sin nosotros, a la perfección.”

Ante el miedo, las dificultades y tristezas, ante la novedad ¿Estamos dispuestos a perseverar en la fe? Los personajes de la aldea en la que Jesús cura al endemoniado no lo estaban y nos dice el Evangelio que “comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca…”, preferían seguir igual.

Por ello Padre, hoy venimos ante ti para suplicarte que fortalezcas en nosotros la fe en nuestro Señor Jesucristo, de tal manera que no exista nada que nos haga que nos haga temer y que teniéndole a él en el horizonte seamos capaces de permanecer fieles aún en medio de las dificultades. Creemos pero danos tú la fe que nos falta.

(P. JLSS)

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