(Dn 6, 12-28 / Dn 3 / Lc 21, 20-28)

Las lecturas de este día, vienen a recordarnos la serenidad que debe existir en todos los que creemos en Dios, cuando se nos presentan cuestiones difíciles o dolorosas. Jesús cuando habla del «fin del mundo» o parusía, dice: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación…”

Quienes confiamos en Jesucristo como nuestro rey, debemos ser conscientes de su compañía, de protección y no acobardarnos, sino que ante cualquier situación difícil y complicada, nuestros pensamientos deben estar puestas en Dios. Debemos estar atentos a su voz, tal como pasó a Daniel que a través del rey Darío, le dice: “Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, te va a librar.”

¿Cómo anda tu confianza en Dios? ¿Qué tan atento estás para escuchar su voz? Daniel fue condenado por su fidelidad a Dios, por hacer oración, sin embargo por pensar más en Dios que en sus dificultades fue liberado de las fauces de los leones, ninguno le hizo daño.

Así nosotros, los que somos de Jesucristo, debemos vivir con la confianza y tranquilidad de pertenecerle, porque “Él es el Dios vivo, que permanece para siempre. Su reino no será destruido, su imperio durará hasta el fin. Él salva y libra, obra prodigios y señales en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones”. Y a nosotros, por medio de su Hijo, nos ha librado del pecado, si éste nos muerde es porque le dejamos…

(P. JLSS)