(Dn 5, 1-6. 13-14. 16-15. 23-28 / Dn 3 / Lc 21, 12-19)
Después de escuchar un poco la historia de Daniel frente al rey Nabucodonosor, hoy se nos presenta una historia del hijo de este rey, Baltasar, quien por creer mucho en su poder y su corona, de una manera irrespetuosa profana unos vasos sagrados. Lo que se dedicaba al culto él lo toma como vasos comunes y corrientes.
La persona que se ha dejado invadir por la soberbia, comenzara a ignorar a Dios y terminará confiando más en su “poder”, en su “autoridad”, en su “puesto” o, como me gusta llamarle a mí, en su “ladrillo” en el que se suben y se creerán superiores a los demás, por lo que tambien terminarán rechazando las dificultades y consecuencias de sus acciones.
Quien es consciente de que Jesucristo es el que tiene el mando sobre todas las cosas, incluso la muerte, no se dejara impresionar tan fácilmente porque sabe que perseverando fielmente obtendremos la vida y que soportando pacientemente daremos testimonio del poder del Señor, como escuchamos en el Evangelio.
Padre Santo, que resuenen en nuestro interior las palabras que dirigiste al rey Baltasar: “Contado, Pesado, Dividido…” todo esta en tus manos, pro ello haznos dóciles al Espíritu Santo para que nunca nos falte peso de la caridad y nunca seamos sujetos de división, que siempre seamos responsables y busquemos la unidad “para que el mundo crea” (Cf. Jn !7, 21) la persona irresponsable siempre generará división, porque así está su interior.
(P. JLSS)
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