(1Mac 2, 15-29 / Sal 49 / Lc 19, 41-44)

Esta semana se nos han presentado las historias de Eleazar, de los siete hermanos que fueron asesinados por preferir ser fieles a Dios antes que a la terquedad de los hombres; hoy se nos presenta otra historia similar, la de Matatías, quién no sólo se opuso a la apostasía, sino que hasta defendió su fe y organizó a los miembros del pueblo que prefirieran mantenerse firmes a Dios.

Ciertamente que hay cosas en la historia de Matatías que en nuestros tiempos serían abominables, sin embargo, como todo evento histórico debe ser juzgado en su contexto, Matatías lo único que buscaba era salvaguardar su fidelidad a Dios y que se reconociera que la autoridad es de Dios, aunque debemos reconocer lo extraño de sus impulsos.

Lo que sí podemos aprender de estas historias y debemos tener presente, es que ante las circunstancias difíciles, las injusticias, etc. nuestra mirada debe estar más puesta en Dios que en las mismas dificultades, quien reina es Dios y nadie más, «No endurezcamos nuestro corazón, como el día de la rebelión en el desierto…»

Dejemonos conmover con las palabras que Jesús pronunció en este pasaje del Evangelio y entendámosla como dirigida a nosotros mismos: “Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos…, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”. Padre, danos claridad para reconocer cuáles son aquellas cosas o situaciones que no nos están permitiendo aprovechar todo lo que tú nos das y ofreces.

(P. JLSS)