(Jue 11, 29-39 / Sal 39 / Mt 22, 1-14)

“Hagámosle caso al Señor que nos dice: No endurezcan su corazón…” porque en un corazón endurecido ya no se puede producir ningún cambio, se deja fuera cualquier estímulo, tanto positivo como negativo. ¿En que estado está tu corazón?

Cuando uno está abierto a la palabra de Dios debe reconocer diariamente la invitación que Dios le hace para ser mejor y cambiar; confiar en la misericordia de Dios es aceptar que Dios ha decidido amarnos por pura generosidad suya, que nos quiere viviendo como personas que se saben amadas, que corresponden a su amor.

En el evangelio, escuchamos que el Señor expulsa de la boda a quien no estaba vestido con traje de boda… ¿se te nota que te sabes amado por Dios? Quien le ha conocido y reconoce su amor, no puede seguir siendo el mismo que cuando le conoció; debe procurar ser cada vez más digno del amor de Dios.

Evitemos una mentalidad como la de Jefté, que busque agradecer ofreciendo cosas externas, quien conoce a Cristo debe procurar mostrar su agradecimiento a Dios por medio de los cambios internos y la docilidad de su corazón al amor. Padre concédenos la valentía de ofrecerte cambios verdaderos, iniciando por aquel que tú nunca desprecias, nuestro corazón arrepentido (Cf. Sal 50, 17).

(P. JLSS)