(AM 7, 10-17 / Sal 18 / Mt 9, 1-8)

El Primer Ministro británico Harold Macmillan dijo en una ocasión que «hay que utilizar el pasado como trampolín y no como sofá», recordé esta frase tras escuchar al profeta «yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo, Israel’», ya que uno de los mayores pecados es creérsela.

“Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación”, nuestra atención debe estar puesta la reconciliación que Dios ha tenido con nosotros por pura misericordia, Amós cumple su misión valientemente porque no cree en títulos más que en Dios, tampoco en su pasado como si fuera un limitante.

Quienes creemos en Jesucristo debemos confiar vivir confiados en su amor y en su poder, abandonarnos a la misericordia divina. Ningún santo pensaba en su pasado como algo que limitara el amor de Dios en sus vidas, más bien pensaban en un lugar o situación a la que ya no estaban dispuestos a volver; por ello, conforme se avanza en la vida cristiana la humildad es más necesaria.

Padre Santo, concédenos tu Espíritu para no volver atrás, para siempre ver hacia adelante y cuando vengan a nuestra memoria cosas del pasado que ya nos has perdonado, seamos capaces de agradecerte en lugar de generar sentimientos extraños, permítenos este día grabar en nuestros corazones las palabras de tu hijo en el Evangelio: “Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados.” No hay «lepra» que no pueda ser curada por tu poder…

(P. JLSS)