(Hch 9, 1-22 / Sal 11 / Mc 16, 15-18)
Para ser un buen seguidor de Jesús debemos estar pendientes a la voluntad de Dios y no frenarla por temor a soltar nuestras costumbres o hábitos, el Señor hace nuevas todas las cosas siempre (cf. Ap 21, 5), en eso reconoceremos nuestra docilidad al Espíritu Santo, en nuestra capacidad de cambiar hacia el bien.
Hemos escuchado en la aclamación, como el Señor «nos ha elegido del mundo, para que a donde vayamos demos fruto y este fruto permanezca» ¿Qué tanto fruto está dando tu fe? ¿Esta permeando en todos los aspectos de tu vida? Hoy celebramos la conversión de San Pablo, aquel varón que enseña con su vida lo que podemos lograr si nuestra búsqueda de la verdad es genuina y nuestra docilidad a la gracia total.
A san Pablo el Señor le confronto con su error, defendiendo a la Iglesia con una pregunta sencilla “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”, él en lugar de ignorarle, pregunta “Señor ¿quien eres tú?”. Sería interesante que aceptáramos aquello que debemos cambiar y que para lograrlo prestaremos mayor atención a la voz del Señor que siempre nos confronta, ya sea por moción del Espíritu Santo y/o través de nuestra conciencia.
En la conversión de san Pablo podemos contemplar apertura a la novedad del Señor y aceptación de que también en el hermano que podría ser considerado enemigo Dios se acerca a nosotros y debemos estar abiertos a esta experiencia. Prestemos mayor atención al amor de Dios que nos ha hecho libres y dejemos que el pecado sólo nos sirva como recordatorio de que necesitamos la gracia y acudamos a ella inmediatamente, nos somos perfectos pero contamos con el que si lo es y está de nuestro lado y eso nos es suficiente. (Valdría la pena leer el 2Cor 12, 1-10)
(P. JLSS)
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