(Jr 7, 23-28 / Sal 94 / Lc 11, 14-23)

¿Has puesto algún pretexto para responderle a Dios, para dejar que su amor actúe libremente en ti? Los fariseos preferían denostar el poder de Jesús antes que aceptar que el Reino de Dios había llegado, ya habían endurecido su corazón, serían capaces de inventar cualquier cosa para rechazarle.

Por medio del profeta Jeremías, Dios le recuerda a su pueblo que lo único que le había pedido era «escuchar su voz», y les reprocha que en lugar de esto, “ellos no escucharon ni prestaron oído. Caminaron según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, y en vez de darme la cara, me dieron la espalda” ¿Pones pretextos para no dejar a Dios hicieron estos fariseos?

No debemos olvidar que “todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa”, debemos procurar que nuestro mayor interés sea corresponder al amor de Cristo, no cumplir con preceptos externos solamente, porque es más fácil así caer en la tentación de «cumplirle a Dios» sin esforzarse por dar un extra.

Señor Jesús, no queremos vivir una vida desparramada, queremos recoger los frutos que tus nos ofreces, estar a tu lado trabajando codo a codo, enséñanos a escucharte a ti antes que a cualquier cosa, quita lo obstinado a nuestros corazones y que tu gracia los haga otra vez de carne. Ven a nuestro interior, te necesitamos para ser verdaderamente libres.

(P. JLSS)