(Dn 12, 1-3 / Sal 15 / Hb 10, 11-14. 18 / Lc 13, 24-32)

La semana pasada se nos invitó a reflexionar acerca del tema de la confianza, se nos presentaron dos ejemplos: la viuda que da el único pan que le quedaba al Profeta Elías; y en el Evangelio, se nos presentó a un viuda que ponía dos moneditas de poco valor, confiando más en Dios que en las monedas. Este domingo se nos invita a cuestionarnos acerca de nuestra confianza.

Si hoy se acabara el mundo ¿cómo crees que te iría en el juicio? En la aclamación escuchamos: “Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre”, cumplir con ellas se logra siendo conscientes de que contamos con Dios, que Él está de nuestro lado. Debemos vivir en el agradecimiento y no en la culpa… “Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos.”

Si pusimos atención en la primera lectura y en el Evangelio, nos hemos dado cuenta que los que deben temer el «fin del mundo» son aquellos que no son amigos de Dios, que se sienten distantes de Él, porque si eres consciente de que Dios está contigo ¿quién contra ti? (Cf. Rm 8, 31-39) “Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre.” Vivamos diario como amados, así cuando llegue esto, estaremos listos.

Confiemos en el Señor, Él está con nosotros, no temamos, creámosle más a él y a su amor que a cualquier dificultad o miedo que tengamos, que nada haga que olvidemos sus palabras: “Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse.” Escuchémosle más a Él que a nuestros miedos.

(P. JLSS)