(Ex 16, 2-4. 12-15 / Sal 77 / Ef 4, 17. 20-24 / Jn 6, 24-35)

Nuestro Buen Pastor además de cuidarnos y velar por nosotros, es providente. El siempre nos da más de lo que creemos necesitar. El mayor acto de generosidad nos lo ha manifestado en Jesucristo, “porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo”.

La palabra de este día nos invita a buscar el pan que Dios nos ofrece, porque cuando uno no se preocupa por poner su confianza en Jesucristo antes que en cualquier otra cosa, por mas insignificante que sea el problema nos puede robar la paz, quitarnos la serenidad. ¿Qué es aquello que te está inquietando más en estos momentos?

¿Por qué buscas a Jesús? ¿Tienes claridad en ello? Son muy fuertes las palabras de Jesús: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse”. ¿Te dejas mover por la gracia de Dios o sólo le buscas para conseguir algo (por conveniencia)?

Pongámonos en las manos de Dios, dejemos en el nuestras preocupaciones y acerquémonos al Pan que Él nos ofrece y que nos da vida eterna, busquemos saciarnos de ese pan. Sigamos el consejo de San Pablo: “Dejen que el Espíritu renueve su mente y revístanse del nuevo yo, creado a imagen de Dios, en la justicia y en la santidad de la verdad.” Nutrámonos del amor y gracia de Dios.

(P. JLSS)