(Hch 14, 21-27 / Sal 144 / Ap 21, 1-5 / Jn 13, 31-33. 34-35)
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que «La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios» (CCE 1822), la dinámica de la caridad es esta, vivir de acuerdo con el Amor aceptado y recibido.
Si en el mundo no se ven muchos frutos de paz, deberíamos cuestionarnos personalmente si estamos obedeciendo las palabras del Señor, “les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos” y en lugar de describir problemáticas cuestionarnos si quien convive con nosotros se encuentra con un discípulo de Cristo…
Nosotros hemos experimentado en nuestro interior que “el Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas.” Nosotros que sabemos eso estamos llamados a vivirlo, porque así como la obra de Jesús no se quedó en mera teoría, si queremos ser su testigos debemos procurar que no se quede en pura teoría.
«Dios ha querido hacer nuevas todas las cosas» dejémonos renovar y dejemos que nuestros criterios y claves interpretativas también sean permeadas por su amor, no dejemos que ningún miedo o incertidumbre nos aleje del Señor, «perseveremos en la fe, recordemos que hemos de pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios» pero estando al lado de Jesús, nada nos puede vencer.
(P. JLSS)
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