(Ez 37, 12-14 / Sal 129 / Rm 8, 8-11 / Jn 11, 1-45)

El camino de la Cuaresma de este año: se nos recuerda la necesidad de conversión, de escuchar más a Jesucristo el hijo amado del Padre, de reconocerle como «agua viva», como la «luz del mundo» y ahora como «la resurrección y la vida» quien cree en él no morirá para siempre. ¿Cómo está tu fe en la vida eterna?

Sería bueno que nos preguntáramos cada uno de nosotros qué nos dicen las palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?” Eh allí él lo importante este día ¿Crees en la resurrección de los muertos?

Ambas hermanas se atreven a decirle a Jesús directamente lo que sentían tras la muerte de su hermano, cada una por su parte le «si hubieras estado aquí no habría muerto» pero también ambas permanecen junto al Señor a la espera de su actuación, por ello también fueron testigos del portento…

Pidámosle a Dios que quite de nosotros todo resentimiento o culpa frente a cualquier amigo difunto, que dejemos buscar culpables y nos esforcemos por vivir conforme a nuestra fe, permaneciendo al lado de Jesús sin miedo dóciles al Espíritu Santo. “Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.”

(P. JLSS)