(Hch 10, 34. 37-43 / Sal 117 / Col 3, 1-4 / Jn 20, 1-9)
Este día celebramos el triunfo de nuestro Señor y Maestro, sobre aquellos que le quisieron frenar, celebramos que “la piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente.” A aquel que quisieron desechar, nos tenemos que acercar para vivir en libertad.
Quien cree en Jesucristo se le tiene que notar en su manera de interpretar la vida, la realidad, su forma de ver la vida jamás puede ser derrotista, ya que sabemos que aquel que ha muerto por nosotros, «Dios le ha constituido Juez de vivos y muertos», si él ha muerto por nosotros, nos toca aceptar su amor y corresponder.
“Por ello Pablo nos dice: “puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.” Hoy debemos pedir la gracia de poder tener nuestra mirada fija en el Señor Resucitado.
Quien se deja confundir por los pensamientos acelerados, puede asemejarse a María Magdalena y pensar cosas semejantes “se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”, pero ella corre en su desesperación hacia quienes le podían ayudar, a otros discípulos del Señor. Padre, muchos de nosotros estamos pasando momentos difíciles y necesitamos que la fuerza del Resucitado nos fortalezca, ya no buscaremos más lejos de ti, sino que levantaremos nuestras miradas hacia el Señor, porque sabemos que a su lado no debemos temer nada. ¿Donde esta muerte tu victoria? ¿Dónde esta muerte tú agujón? (Cf. 1Cor 15, 55-57)
(P. JLSS)
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