(1Re2, 1-4. 10-12 / 1Cron 29 / Mc 6, 7-13)

La historia de David es algo en lo que nos podemos identificar todos nosotros cuando nos dejamos distraer por lo mundano o material que corremos el riesgo de recordar que contamos con el Señor y con Él de nuestro lado no hay porque andar de temerosos. ¿Tienes claro qué es aquello que en estos momentos te roba La Paz?

Para quienes creemos en Jesucristo, nuestra mayor preocupación debe vivir de acuerdo y corresponder al amor que Dios nos ha manifestado en el Señor, la invitación a convertirnos y creer en el Evangelio debe ser algo constante en nuestros pensamientos y deseos.

El Señor Jesús invita a sus discípulos a confiar en la providencia y a no preocuparse en otras cosas que no sean el cumplimiento de la voluntad de Dios en sus vidas. “Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.” Donde debemos depositar nuestra confianza es en Aquel que nos envía.

Padre Bueno, envía tu Espíritu Santo sobre nosotros para que fortalezca nuestra fe y confianza en tu compañía y tu constante protección, que Él nos impulse para perseverar como hijos que saben que alguien vela por ellos. Creemos pero danos tu la fe que nos falta.

(P. JLSS)