(Hb 2, 14-18 / Sal 23 / Lc 2, 22-40)

Cuarenta días después de la Navidad celebramos la presentación del Señor en el templo, dice Lucas que “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor”, el encuentro del Señor con el pueblo que lo esperaba lleno de fe.

Simeón y Ana, representan a todo ese pueblo fiel que esperaba al Señor y fueron capaces de reconocerlo en nuestro Señor Jesucristo, quien “es la luz que alumbra a las naciones y la gloria de tu pueblo, Israel…” ¿qué tanto le sigues esperando? ¿Serás capaz de reconocerle cuando él se te acerque nuevamente?

Jesús “no vino a ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham; por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos en todo, a fin de llegar a ser sumo sacerdote, misericordioso con ellos y fiel en las relaciones que median entre Dios y los hombres, y expiar así los pecados del pueblo…” no se nos olvide esto, ha querido disipar nuestra oscuridad, hay que buscar en él la luz.

Te pedimos Padre que nos concedas tener mayor docilidad al Espíritu Santo de manera que estemos atentos para reconocer tu llegada a nuestras vidas por los distintos medios en que lo haces y vivir confiados porque tú estás cerca de nosotros. Haz que crezca en nosotros la certeza de que tú eres la única luz que puede hacer desaparecer por completo cualquier oscuridad de nuestras vidas.

(P. JLSS)