(Prov 31, 10-13.19-20. 30-31 / Sal 127 / 1Tes 5, 1-6 / Mt 25, 14-30)
La invitación del domingo pasado fue «estar preparados porque no sabemos a qué hora va a venir el hijo del hombre», a ser previsores y no descuidados, a tener siempre nuestras lámparas encendidas. Hoy, nuevamente somos invitados a revisar de qué manera estamos esperando la vuelta del Señor o mejor dicho: ¿le esperamos?
Antes de querer hacer cosas extraordinarias en este tiempo de espera del Señor, lo primero que nos debe preocupar es «ser fieles en lo poco», esto es hacer lo que nos toca bien hecho, este mundo sería muy diferente si cada uno de nosotros hiciéramos simplemente eso, lo extraordinario vendrá después de un tiempo. ¿Cómo estás cumpliendo con aquello que te corresponde hacer?
En la primera lectura se reconoce la grandeza de una esposa que hace lo que le corresponde, esto supone que también el esposo hace lo que le corresponde… pero advierte que “son engañosos los encantos y vana la hermosura; merece alabanza la mujer que teme al Señor”, de donde debemos rescatar la importancia de hacer lo que nos toca.
Quien vive siendo fiel a las cosas pequeñas, no temerá la vuelta del Señor, porque aunque sabemos que vendrá «como un ladrón», quien no le debe nada a alguien no teme su llegada; o con palabras de san Pablo: “a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas.” Dios nos conceda esforzarnos por serle fieles en lo pequeño y así encontrarnos con él y poder compartir la alegría de nuestro Señor.
(P. JLSS)
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