(Hb 11, 1-2. 8-19 / Lc 1, 69-75 / Mc 4, 35-41)
¿Cómo está tu fe? Ayer decíamos que para perseverar debemos tener siempre presente lo que Dios ha hecho por nosotros y la meta a la que aspiramos. Hoy las lecturas nos invitan a meditar sobre la fe. “La fe es la forma de poseer, ya desde ahora, lo que se espera, y de conocer las realidades que no se ven. Por ella, fueron alabados nuestros mayores”.
El autor de la carta a los Hebreos nos da los ejemplos de Abraham y Sara y como ellos vivieron confiando en Dios y “murieron firmes en la fe. No alcanzaron los bienes prometidos, pero los vieron y los saludaron con gozo desde lejos. Ellos reconocieron que eran extraños y peregrinos en la tierra…” ansiando una mejor patria, la del cielo.
Al igual que ellos, nosotros andamos por el mundo como peregrinos que se dirigen a su verdadera Patria, al encuentro definitivo con nuestro Padre Dios que nos ama infinitamente ¿aceptamos este misterio de amor? “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.” ¿Se te nota el amor de Dios?
No debemos vivir temerosos como si no contáramos con el Señor, Él no dejará que nos hundamos jamás, preguntémonos si nuestras dudas y temores no serán en realidad falta de confianza en la compañía del Señor. “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas.”
(P. JLSS)
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