Fiesta de la Transfiguración del Señor
(2Pe 1, 16-19 / Sal 96 / Lc 9, 28-36)

En este fragmento tan breve de la carta del apóstol san Pedro podemos encontrar dos testimonios de mucha enseñanza para nosotros: el del mismo apóstol y el del Padre. El el primero, constatamos como el apóstol reconoce no ser el protagonista de la obra evangelizadora; en el segundo, donde el Padre Celestial nos orienta hacia su Hijo, en quien se complace.

Hoy celebramos la Transfiguración del Señor, ese momento misterioso en el que se manifestó lleno de «gloria y honor» antes de su pasión, muerte y resurrección. El Evangelio nos narra, además, que aparecen a su lado Moisés y Elías para hablar de la muerte que le esperaba en Jerusalén, con ello se nos quiere dejar en claro que si queremos comprender la ley y los profetas del todo, tenemos que escuchar a Jesús.

Dejémonos impresionar por la gloria del Señor más que por cualquier otra cosa, no permitamos que el miedo, la inseguridad o el dolor nos hagan querer «hacer chozas» donde evadir la realidad buscando la comodidad para no afrontar la voluntad del Padre. En los momentos que nos cueste más comprenderle, recurramos a Jesús.

Tengamos presente lo que Dios ya ha hecho por nosotros. Y pidámosle al Espíritu Santo que fortalezca nuestra esperanza, que nada nos la puede arrebatar. Que jamás se nos olviden las palabras de san Pedro: «Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza». Dios es bueno, real y fiel, no nos dejemos distraer por nada. Escuchémosle más.

(P. JLSS)