(1Jn 5, 14-21 / Sal 149 / Jn 3, 22-30)

“El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció…” con esta frase queda muy bien sintetizada la mística de la Navidad, reconocer que aún en medio de cualquier dificultad o situación adversa la Luz de Cristo puede disipar todas esas «oscuridades» si se lo permitimos.

Quienes creemos en Cristo “sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo entero yace en poder del demonio. También sabemos que el Hijo de Dios ha venido ya y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero”. Porque se nos ha dado el Espíritu Santo, sabemos también qué cosas debemos soltar y en cuáles debemos perseverar.

Cuando me toca impartir el Sacramento de la Reconciliación, muchas veces suelo repetir una frase a las personas: «recuerda, una cosa es caer y otra, muy diferente, aventarse», quien cree en Jesucristo es consciente de que en el pecado se cae y uno se tiene que levantar; el pecado nunca se debe procurar.

La frase que san Juan Bautista dice a sus discípulos en este pasaje del Evangelio, la deberíamos hacer nuestra y grabarla en lo más profundo de nuestro corazón, “Es necesario que él crezca y que yo venga a menos”, es decir, es necesario que al amor, a la serenidad y a la paz que Cristo trae le debemos prestar mayor atención que a todo aquello que nos quiera alejar de la seguridad que Él nos trae.

(P. JLSS)