(1Jn 2, 3-11 / Sal 95 / Mt 2, 22-35)
Una de las frases que más me confrontan del Nuevo Testamento, son las que hemos escuchado del apóstol San Juan: “El que afirma que permanece en Cristo debe de vivir como él vivió…” y digo que me confrontan porque, en ocasiones, me olvido de preguntarme ¿qué hubiera hecho el Señor en estos momentos?
Nuestro Señor Jesucristo y todos los que le son fieles, se dejan mover por el Espíritu Santo y podrá reconocer la presencia de Dios en situaciones muy sencillas de la vida, por ejemplo tenemos a Simeón, quien pudo reconocer al Salvador que llegaba, no en lo espectacular de cosas externas, sino en el silencio de un niño que entraba en los brazos de sus padres.
“Quien afirma que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien odia a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos”. Simeón es un maestro de cómo vivir el tiempo de Navidad, ya que se dejaba iluminar por Dios y no por razonamientos meramente humanos.
Quién sabe qué hubiera pasado si a nosotros nos dijeran que el Salvador era el hijo de un par de pobres que entraban por la puerta de un templo, Simeon fue capaz de decir: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador…” Padre, ilumínanos, para lograr ser capaces de reconocerte en lo sencillo y estar abiertos a tu acción siempre.
(P. JLSS)
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