Fiesta de los Santos Inocentes, mártires
(1Jn 1, 5-2, 2 / Sal 123 / Mt 2, 13-18)

Existen tradiciones que confunden el verdadero sentido de algunas celebraciones religiosas como la del día de hoy, por ejemplo, en la que se hacen bromas como si el ser inocente fuera sinónimo de falta de capacidad intelectual, cuando lo que se celebra es a aquellos niños que murieron, víctimas de la injusticia y del temor de Herodes a la llegada del mesías.

Quien se aferra a su “corona”, quien comienza a creerse, dejara de escuchar a los demás, se sentirá intocable y puede llegar hasta la desfachatez en sus malas conductas. Herodes no soportó la idea de que pudiera llegar el Rey de Israel, y prefirió desaparecer a todo el que pudiera ser amenaza.

Por otra parte, quien confía en Dios siempre esta abierto a la novedad, confía en el Señor más que en su lógica limitada y se abandona al cuidado de Dios. Allí tenemos el ejemplo de san José quien avisado en sueños del peligro que se le avecinaba tanto a ellos como al Niño, entonces “se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto”.

San Juan nos enseña que “Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad”. No dejemos que el miedo nonos paralice, contamos con Dios y el es más poderoso que cualquier injusticia. Que los santos inocentes intercedan por nosotros.

(P. JLSS)