(Os 14, 2-10 / Sal 80 / Mc 12, 28-34)
«¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Preguntas como estas pueden surgir de quien desea cumplir con su “deber” como creyente; pero quien se ha encontrado con Jesucristo, ha reconocido en Él el amor que Dios le ofrece y se ha dejado mover por su gracia, esto no basta.
Quien se ha descubierto amado por Jesucristo, como toda persona enamorada, debe prestar atención para reconocer todo aquello que el mismo amor le exige y tener apertura para afrontar lo que se avecine, ante el amor no caben preguntas como la anterior, el amor no es algo egoísta o cerrado.
La respuesta que el Señor da cuando le preguntan al Señor sobre el mandamiento más grande es interesante parte del amor a Dios que conduce al amor al prójimo… “El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y aclara: “No hay ningún mandamiento mayor que éstos”. De nada te sirve querer ser cumplidor de normas si no amas.
Padre queremos aprender a amarte más en los demás, no queremos ser egoístas o cerrados en nosotros mismos, ayúdanos a enamorarnos más de ti y repartir ese amor que nos llega. El amor nunca es egoísta por ello queremos repartir lo que nos das. Espíritu Santo fuente de toda luz, ilumínanos, no queremos justificar ninguna «tiniebla» vieja.
(P. JLSS)
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