Esta mañana el Papa Francisco se ha reunido con la Asociación Religiosa de Institutos Sociales y Sanitarios de Italia, la cual se ocupa de la gestión de estructuras sanitarias de inspiración cristiana, para elogiar, ante todo, su hermosa y secular historia: «La Iglesia ha hecho mucho, a través de la asistencia sanitaria, para escuchar y prestar atención a los segmentos pobres, débiles y abandonados de la sociedad. No han faltado testigos autorizados en este ámbito, que han sabido reconocer y servir a Cristo enfermo y sufriente hasta el don total de sí mismos, incluso con el sacrificio de su vida».
La cultura del descarte alcanza su punto más alto en el sector sanitario
Pero también ha advertido de que es precisamente en el sector sanitario, donde la cultura del descarte puede mostrar “sus dolorosas consecuencias más que en otros lugares, a veces de forma evidente”: “Cuando no se sitúa al enfermo en el centro y no se le considera en su dignidad, se generan actitudes que pueden llevar incluso a especular sobre las desgracias ajenas, lo que debe hacernos estar alerta” ha explicado el Papa. Por ello, Francisco les recuerda que, como Iglesia, “estamos llamados a responder sobre todo a las demandas sanitarias de los más pobres, de los excluidos y de quienes, por razones económicas o culturales, ven desatendidas sus necesidades”. Estos – según el Papa – “son los más importantes para nosotros, los que están a la cabeza de la cola”.
Toda persona tiene derecho a los medicamentos
Otro de los puntos centrales de su discurso ha sido “el retorno de la pobreza sanitaria», que está adquiriendo proporciones importantes en Italia, sobre todo en las regiones marcadas por situaciones socioeconómicas más difíciles. “Hay personas que, por falta de medios, no pueden valerse por sí mismas, para las que incluso el pago de un ticket es un problema: eso también es un problema; y hay personas que tienen dificultades para acceder a los servicios sanitarios debido a las larguísimas listas de espera, incluso para visitas urgentes y necesarias” explica el Papa.
Francisco también recuerda que toda persona tiene derecho a los medicamentos, asegurando que cuando esto no sucede se trata de “una eutanasia encubierta y progresiva”: “En algunos países, los ancianos tienen que tomar cuatro o cinco medicinas y sólo consiguen dos: esto es una eutanasia encubierta y progresiva, porque no se les da lo que pueden tomar para el tratamiento” dice el Papa.
La brecha entre ricos y pobres sigue repercutiendo en el acceso sanitario
Recordando que “todo enfermo es por definición frágil, pobre y necesitado de ayuda”, el Papa asegura que está claro que hoy existen diferentes oportunidades de acceso a la asistencia para los que tienen dinero que para los que son más pobres. Por ello, invita a pensar en la profecía de tantas instituciones sanitarias de inspiración cristiana, empezando por el nacimiento de los propios hospitales, “creados precisamente para atender a los que nadie quería tocar” y les pide “que éste sea también hoy su testimonio”, pues – repite – “los hospitales religiosos tienen ante todo la misión de atender a los descartados por la economía sanitaria y por cierta cultura contemporánea”.
Nadie debe sentirse solo en el camino fatigoso de la enfermedad
Por último, el Papa les ha pedido que acompañen a las personas que acogen en sus instituciones con una atención integral, que no descuide la asistencia espiritual y religiosa de los enfermos, de sus familiares y de los agentes sanitarios. “También en esto las instituciones sanitarias de inspiración cristiana deben ser ejemplares. Y no se trata sólo de ofrecer una pastoral sacramental, sino de prestar una atención integral a la persona. Nadie, nadie debe sentirse solo en la enfermedad”. “Al contrario – concluye el Papa – todos deben ser apoyados en sus preguntas de sentido y ayudados a recorrer con esperanza cristiana el camino, a veces largo y fatigoso, de la enfermedad”.
Fuente: Catholic.net
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