(Bar 1, 15-22 / Sal 79 / Lc 10, 13-16)

Culpa y responsabilidad son cosas muy diferentes, la primera tiende a la depresión al no querer avanzar; la responsabilidad se abre al cambio, a enmendarse. Teniendo esto presente ¿cuál es nuestra manera de responderle a Dios? ¿Somos responsables y queremos cambiar o nos dejamos vencer por la culpa?

En la primera lectura Baruc nos presenta a un pueblo que responsablemente se acerca a Dios pidiéndole misericordia: “nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado contra el Señor y no le hemos hecho caso; lo hemos desobedecido y no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que él nos dio…”, aunque se habían equivocado, aún su corazón no se había endurecido.

En el Evangelio el Señor lamenta la cerrazón de Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm por su cerrazón a la conversión aún escuchando la predicación y mirando los portentos de Jesús. Ya no estaban abiertos al cambio… debemos cuidar que no nos pase lo mismo, que por las preocupaciones de esta vida no permitamos que la Palabra germine en nosotros (cf. Mt 13, 19-23).

Padre que el Espíritu Santo haga desaparecer de nuestro interior todo rastro de culpas o idease erróneas que no te permitan actuar con libertad, ayúdanos a corresponder a todo lo que nos has dado y responsablemente hacer aquellos cambios que nos faltan para responderte mejor. “Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados.”

(P. JLSS)