(Am 8, 4-6. 9-12 / Sal 118 / Mt 9, 9-13)
Continuando con nuestra reflexión del día de ayer en la que reconocíamos que el pasado debe ser un lugar de aprendizaje tanto para lo positivo, como para no querer volver a caer en lo negativo, ni volver a caer en aquello de lo que ya hemos sido liberados. La reflexión de este día debe girar entorno a reconocer qué tanto valoramos la misericordia que Dios ha tenido con nosotros.
Comprender lo que es la misericordia nos debe llevar a dejar aquello que nos aleja de Dios y a tener presente cada que caigamos en algún pecado o en alguna limitación personal, las palabras del Señor: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio…”, Él siempre está dispuesto a ayudarnos, porque conoce nuestros corazones.
“Días vendrán, dice el Señor, en que les haré sentir hambre, pero no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la palabra del Señor.” ¿Significan algo para ti la estas palabras del profeta Amós?. Mateo, aun siendo un publicano (personas tenidas como traidores para los judíos), ante el llamado de Jesús responde inmediatamente, puso mayor atención en la invitación del Señor que en lo que pudieran ser impedimentos.
Tú y yo estamos llamados a hacer lo mismo, reconocer el llamado que Dios nos hace a vivir en su amistad, a seguirle siendo conscientes de su infinito amor y con la libertad que nos da. Cada que sintamos una «síntoma» de alguna enfermedad nuestra (Pecado) recordemos que “no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos… Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
(P. JLSS)
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