(2Re 25, 1-12 / Sal 136 / Mt 8, 1-4)
Cuando uno realiza la meditación de las dos banderas dentro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, el santo invita al ejercitando que esté atento a los frutos que trae aquel a quien uno le presta servicios, mientras Jesús trae paz, libertad, consuelo; el enemigo traerá desolación, esclavitud, intranquilidad.
En la primera lectura encontramos como Nabucodonosor devasta Jerusalén, Sedecías por pura ambición y negarse a pagar tributo a Babilonia buscando aliarse con Egipto, lo que le trajo como consecuencia su total desgracia. No fue fiel ni con aquel que le puso ilegítimamente en el puesto de rey.
¿Qué tan fieles somos a nuestro Señor Jesucristo? ¿Somos fieles a quien nos ha dado el acceso a la vida eterna? Él “hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores”, mientras a Sedecías por ambición es cegado, el leproso del Evangelio, por su abandono al poder de Jesús queda limpio. ¿Existe alguna lepra en nuestras vidas que por pura ambición no se nos ha quitado?
Acerquémonos al Señor Jesús con humildad y sencillez, reconociendo que él quiere curarnos y que estemos bien, con toda confianza digámosle “si quieres, puedes curarme de esto…” su respuesta para aquellos que se le acercan confiados siempre será: “Si quiero, queda curado”. Aferrados sólo al amor y a la gracia de Dios.
(P. JLSS)
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