(Hb 4, 1-5. 11 / Sal 77 / Mc 2, 1-12)

Tener presente lo que el Señor ha hecho por nosotros nos hará mucho bien, si no tenemos presentes sus acciones en nuestra vida correremos el riesgo de poner demasiada importancia a cualquier desavenencia o problema. Por ello, debemos estar atentos a todos aquellos signos que nos traigan presente al Señor.

En la primera lectura, el autor de la carta a los Hebreos, nos recuerda lo que el Señor nos ofrece «entrar en su descanso», ¿cómo? Creyéndole a él más que a los problemas… debemos entonces, seguir el consejo que se nos hizo en el pasaje “Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como les sucedió a los israelitas.” Debemos tener presente siempre el amor de Dios y la Misericordia, para valorarle y no abusar de ello.

¿Te dejas conducir hacia El Señor? Los personajes del Evangelio que bajan a su amigo por el techo para que alcance a encontrarse con Jesús, siempre me han impresionado pero quien también me impresiona es el paralítico que deja que le conduzcan porque confiaba en el amor de sus amigos, en el poder de Dios y ya no quería seguir postrado.

¿Existe alguna situación que te haga sentir víctima de esclavitud? ¿Quieres estar así por siempre? Padre, reconocemos aquello que nos hace sentir inválidos, esas situaciones que nos mantienen postrados, pero sabemos que tu poder es más grande que ello, haz que por la fuerza del Espíritu Santo, pongamos mayor empeño en gozar de tu poder y anhelar un día gozar eternamente de tu amor. Contigo nada nos falta. Haz que nos levantemos de nuestras camillas.

(P. JLSS)