(1Mac 6, 1-13 / Sal 9 / Lc 20, 27-40)
“El sueño ha huido de mis ojos y me siento abrumado de preocupación. Y me pregunto: ¿Por qué estoy tan afligido ahora y tan agobiado por la tristeza, si me sentía tan feliz y amado, cuando era poderoso?” Muchos de nosotros hemos pasado por circunstancias semejantes a las del rey Antíoco, vale la pena preguntarnos si nos han servido para recapacitar o las hemos dejado que nos tumben.
Frente a los acontecimientos difíciles debemos actuar de manera responsable, asumir qué es consecuencia de nuestras acciones, qué debemos de cambiar y aprender de ellos para no repetir los mismos errores. Si atendemos a las palabras de san Pedro mientras estemos vivos Dios nos está dando oportunidad de cambiar (cf. 2Pe 3, 9).
Unidos a Jesucristo nada nos puede vencer, por más caótico que todo pudiera parecer o, unidos a él somos más que vencedores (cf. Rm 8, 28-39). No olvidemos que “Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido a la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.”
Si uno deja que sus criterios y lógicas sin Dios sean sus claves interpretativas caerá muy fácil en el desánimo, pero quienes confiamos en él no podemos permitir que caiga nuestra esperanza. Espíritu Santo ilumina nuestra esperanza para andar por la vida seremos y no dejar que nada nos robe la paz que tú das.
(P. JLSS)
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