(1Tes 4, 9-11 / Sal 97 / Mt 25, 14-30)
“Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.” En «amarnos los unos a los otros como el Señor nos ha amado y amar a Dios sobre todas las cosas» se resume toda la ley y los profetas ¿que tanto nos esforzamos por dejar a Dios ser en nuestro interior?
A mi me gusta decirlo así: «no se trata de hacer mucho, sino de dejar a Dios ser mucho en nuestro interior»; Él ya nos ha dejado muchos “millones” en amor, debemos de analizar si los estamos invirtiendo o solamente los enterramos, si permitimos que estos nos muevan o sólo les tenemos y ya.
Para vivir bien nuestra fe, San Pablo nos da unas directrices sencillas: “Pero los exhortamos a que lo practiquen cada día más [el amor fraterno] y a que procuren vivir en paz unos con otros, ocupándose cada cual de sus asuntos y trabajando cada quien con sus propias manos…” se trata de dejar que el amor nos mueva.
Por eso hoy queremos dirigirnos a ti Dios, Espíritu Santo, para pedirte que renueves nuestros corazones de tal manera que busquemos amar, antes que cualquier cosa; que procuremos la paz, antes que andar queriéndonos meter en la vida de los demás. Padre, te pedimos que nos ayudes a preocuparnos por amar, siempre y a todos, siguiendo el ejemplo de tu Hijo.
(P. JLSS)
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