(Sir 51, 17-27 / Sal 18 / Mc 11, 27-33)

Ayer reflexionábamos sobre la necesidad que existe de que el Evangelio produzca frutos, hoy en la aclamación se nos exhortaba con las palabras de San Pablo a los colosenses: “Que la palabra de Cristo habite en ustedes abundantemente. Háganlo todo dando gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.”

Cabría preguntarnos acerca de nuestra búsqueda por la Verdad y cuál es nuestra actitud cuando la palabra de Dios nos conforta. En el Evangelio escuchamos cómo el Señor confronta a los sumos sacerdotes, escribas y ancianos algo, y ellos por la dureza de su corazón no dejan que la verdad llegue a su interior.

En la primera lectura, escuchamos la actitud de una persona que está en búsqueda de la verdadera Sabiduría, esto es en la Palabra de Dios, confiados en que “la voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.”

Pidamos al Espíritu Santo que aumente en nosotros el hambre por la palabra de Dios, que se convierta para nosotros en una fuente a la que acudamos en nuestros momentos de sequedad. “La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo.”

(P. JLSS)