(Hb 13, 15-17. 20-21 / Sal 123 / Mc 6, 30-34)

“El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce, para reparar mis fuerzas.” ¿Qué significa para ti que Jesucristo sea el «buen pastor»? ¿Permites que te conduzca, que te corrija y rescate? ¿Tienes miedo o te sientes desprotegido?

Si confiamos en Jesucristo, significa que somos conscientes de que nos cuida, de que siempre está al pendiente de nosotros y que estando a su lado estamos seguros porque, si permitimos que su gracia actúe en nosotros, cuando dejemos de avanzar nos animará con su «vara» y, si nos caemos con su «cayado» nos rescatará.

Que bello leer en el Evangelio que el Señor al desembarcar “…vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”, lo importante será ahora reconocer si le prestamos atención cuando nos sentimos tristes o desamparados, si confiamos que su palabra va dirigida a cada uno de nosotros.

Sigamos la recomendación de la carta a los Hebreos, “Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, el sacrificio de alabanza, es decir el homenaje de los labios que bendicen su nombre”. Dejemos que el Espíritu Santo acreciente en nosotros la certeza del amor y la protección del Señor, no estamos solos ni desamparados, volvamos nuestras miradas al Señor y no nos dejemos que los problemas distraigan nuestras miradas, que éstas estén fijas en Jesucristo (cf. Hb 12, 1-2).

(P. JLSS)