(1Jn 5, 14-21 / Sal 149 / Jn 2, 1-11)

Con el nacimiento de Jesús se nos ha demostrado una vez más que “El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes”, como escuchamos en el Salmo, la pregunta que valdría la pena hacernos hoy es qué tan humildes somos al esperar la victoria que proviene de Dios.

Se trata de no dejarnos distraer en los momentos de dificultad y volver a antiguos refugios por miedo, sino enfrentar lo que se avecina con la confianza en aquel que ya nos ha demostrado que nos ama. “Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque permanecemos en su Hijo Jesucristo. El es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos.”

Hoy que es sábado, día en el recordamos con especial atención a la Virgen María, viene muy bien el Evangelio que hemos escuchado, en este pasaje se nos cuenta el milagro de las bodas de Caná donde encontramos la atención que pone a nuestras necesidades ella y su poderosa intercesión ¿ya le pediste a la madre que ore junto a ti y que interceda por tus necesidades? (Cf. Hch 1, 14)

Padre venimos ante ti como hijos que se saben amados, como personas que se saben impulsadas y acompañadas para pedirte por todo aquello que en estos momentos está haciendo que se nos acabe el vino (la alegría) confiamos en que por medio del Espíritu Santo puedes hacer el milagro de convertir lo insípido en sabroso, lo escabroso en llano. Haznos experimentar tu cercanía y amor, te lo pedimos por intercesión de María nuestra madre.

(P. JLSS)