(Os 10, 1-3. 7-8. 12 / Sal 104 / Mt 10, 1-7)

Esta semana hemos estado reflexionando acerca de la confianza que debemos tener en Dios, hoy se nos invita a confiar también en que Dios confía en nosotros. Si Él confía en nosotros ¿quienes somos nosotros para no hacerlo? Él conoce nuestros corazones.

Cuando analizamos la lista de los doce podemos encontrar gente muy diversa, incluso se menciona a Judas Iscariote y se aclara que «fue el traidor», en un momento de su vida dejó prefirió poner su confianza en otras cosas. A ti y a mí el Señor nos ha llamado o dado una misión ¿recurrimos a él y a su poder cuando se nos presentan dificultades?

El profeta Oseas hoy dice que “Israel era una viña frondosa que daba abundante fruto. Pero cuanto más se multiplicaban sus frutos, más se multiplicaban sus altares paganos…”, cuando uno deja de contemplar la ayuda del Señor, se comenzará a creer autosuficiente y a permitirse cosas que sabe que no están bien. Hay que estar muy atentos para no caer en ello (se llama soberbia).

Padre Santo, te pedimos que el Espíritu Santo que habita en nuestros corazones rompa toda cadena que nos tenga esclavizados al dolor, a la incertidumbre, a la soberbia. Que seamos conscientes que todos nuestros pecados son intentos de colmar vacíos, que pongamos más interés en dejarnos amar por ti que en otra cosa, somos conscientes de que el amor consiste en esto: no en que nosotros amemos a Dios sino que él nos amó primero y nos envió a su hijo porque nos quiere bien (cf. 1Jn 4, 10)

(P. JLSS)