Fiesta de San Juan, Apóstol y Evangelista
(1Jn 1, 1-4 / Sal 96 / Jn 20, 2-9)

Para reconocer la grandeza del Señor se necesita profundizar en su misterio, nunca satisfacernos con lo que le conocemos, nuestra razón nunca podrá abarcarlo del todo y ante cualquier etapa de su vida, cada una de ellas es digna de profundización. Por ello la Iglesia nos invita a recordar a San Juan, el apóstol y evangelista teólogo.

En el pasaje del Evangelio que escuchamos contemplamos la actitud de Juan ante el misterio de la Resurrección: corre para llegar rápido a contemplarlo, sin embargo respeta la autoridad de Pedro y espera hasta que éste entre. Así nosotros ante cualquier misterio podemos recurrir al Magisterio Solemne de la Iglesia y no querer adelantarnos.

Juan quiere dejar claro que Jesucristo no fue algo aparente ni un supuesto, sino algo real: “Les anunciamos lo que ya existía desde el principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a aquel que es la Palabra de la vida.” Y asegura que lo que ha escrito es buscando que nos alegremos y nuestra alegría sea completa.

Así tú y yo, si queremos estar cada vez más alegres tenemos que acercarnos al Evangelio, profundizar en éste y en la persona de Jesucristo. No permitamos que la comodidad o pereza intelectual nos lleven a alejarnos de su persona. Él ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia (cf. Jn 10, 10).

(P. JLSS)