Fiesta de san Mateo, apóstol y Evangelista.
(Ef 4, 1-7. 11-13/ Sal 18 / Mt 9, -15)
La libertad y la serenidad que el Espíritu Santo da en quien le recibe con docilidad es maravillosa, la podemos reconocer hasta en esta pequeña frase de San Pablo a los efesios: “Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado…” el es quien nos concede la gracias que necesitamos.
Dos son los requisitos que se necesitan, el primero aceptar la misericordia y abandonarse a ella dejando el pasado allá, en el pasado. San Mateo, a quien conmemoramos este día es un ejemplo de esto, Jesús le llama en medio del ejercicio de su «deshonroso» trabajo, sin embargo el pone más atención en el llamado de Jesús que en sus miserias humanas, por ello inmediatamente “se levantó y lo siguió”.
Al igual que a Mateo, a ti y a mi el Señor siempre nos está llamando a su lado, nos ofrece todo lo que necesitamos para cumplir con la misión que nos encomienda, sólo basta que confiemos en Él y en lo que su poder puede hacer en nosotros, a Él no se le olvida que “no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos.” Por eso siempre está al pendiente de nosotros.
Padre, concédenos la libertad de tu Espíritu, para que no nos inquiete tanto la vida ajena sino que nos importe vivir nuestra vida dóciles a ti y a tu amor, o como dijera San Pablo: «llevar una vida digna del llamamiento recibido. Ser siempre humildes y amables; siendo comprensivos y soportándonos mutuamente con amor; esforzándonos en mantenernos unidos en el espíritu con el vínculo de la paz.”
(P. JLSS)
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