(Rom 5, 12. 15. 17-19 / Sal 39 / Lc 12, 35-38)
La frase de Jesús: “Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre”, para quien no le conoce puede parecer amenazante, pero quien le conoce sabe que lo que está pidiendo es vivir de acuerdo a lo que se cree; y si vivir de esta manera nos parece demasiado quizá deberíamos cuestionarnos qué tanto valoramos al Señor.
San Pablo a los romanos les quiere hacer comprender la grandeza del don de nuestra redención: “En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.” Quizá y ya nos hemos acostumbrado a contar con el Señor.
La lectura del Evangelio de este día debe llevarnos a cuestionarnos de algo fundamental ¿esperamos o no al Señor? ¿Nos da alegría o nos da igual pensar en la parusía? Necesitamos volver a lo básico y no asumir cómo comprendidos misterios que nos sobrepasan, pedir la gracia para volvernos a alegrar por ese don y por la libertad que nos ha sido dada.
Por ello hoy te pedimos padre que por fuerza del Espíritu Santo nos hagas experimentar tu amor y tu presencia, para que en los momentos difíciles vengan a nuestras mentes las palabras del Salmo: “Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación, repiten sin cesar: «¡Qué grande es Dios!»”. Que no se nos olvide que contamos contigo.
(P. JLSS)
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