(Is 55, 10-11 / Sal 33 / Mt 6, 7-15)
Quien se preocupa demasiado por lo externo, por lo material, corre el riesgo de distraerse tanto que deje de tener presente la constante protección y el amor de Dios. Debemos tener presente siempre que “no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
¿Qué tanto escuchamos al Señor y qué tanto nos dejamos distraer por otros ruidos? En la oración del Padrenuestro combatimos todas aquellas ideas que son contrarias a nuestra fe y esperanza, quien reconoce a Dios como padre se debe saber protegido y acompañado.
La manera más sencilla de reconocer si estamos siendo dóciles a la Palabra de Dios y a las inspiraciones del Espíritu Santo es analizando si nuestra capacidad para perdonar ha ido aumentando o si no, sólo quien reconoce la misericordia en su interior es capaz de ser misericordioso.
“Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar… así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión.” No nos desesperemos… en lugar de perder el tiempo describiendo conductas buenas o malas, dejemos actuar a Dios en nuestro interior, y dejemos que con su poder nos ayude a perdonar y a saber pedir perdón.
(P. JLSS)
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