(1Cor 2, 1-5 / Sal 118 / Mc 6. 17-29)
Ayer domingo reflexionamos acerca de que debemos perseverar en nuestra vida de fe aceptando la voluntad de Dios y siendo auténticos. Evitando que el orgullo o la falsa humildad nos lleve a fallarle a la Verdad, Jesucristo. ¿Has antepuesto tu imagen a tu fe? ¿Alguna vez te ha importado más el “qué dirán” que permanecer fiel a tu fe?
De Juan el Bautista, cuyo martirio celebramos hoy, ha dejado en claro que no sólo se trata de seguir a Jesús sino que habrá momentos en los cuales debemos permanecer fieles a su lado. Juan no se dejó intimidar ni impresionar por las amenazas o el supuesto poder del rey Herodes, él confiaba más en el poder de Dios.
Por su parte, San Pablo, nos invita precisamente a seguir su ejemplo de confianza en el Señor, aún de presentarse «débil y temblando de miedo», no quiso predicar ni convencer a nadie con «palabras de hombre sabio» sino que, según cuenta él mismo “los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.”
Aprendamos de estos dos ejemplos y pidámosle a Dios Padre, que nos haga experimentar su amor y presencia de tal manera que no dejemos que el miedo o la incertidumbre nos dominen tanto que nuestras acciones se vean influenciadas por ellos, antes bien, que el Espíritu Santo nos mantenga firmes ante cualquier adversidad y fortalezca nuestra esperanza, porque unidos a Jesús ni muriendo salimos perdiendo.
(P. JLSS)
0 Comments