(1Re 21, 1-16 / Sal 5 / Mt 5, 38-42)
La ley del Talión puede ser algo muy chocante con la mentalidad moderna, sin embargo nacía de un espíritu de justicia y moderación. Era una justicia tasada materialmente, procuraba no ir más allá del daño recibido. Pero Jesús enseña la primacía de la caridad: “Pero yo les digo yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo…”
El señor pone cuatro ejemplos para fundamentar su enseñanza de ir más allá de algo meramente material: poner la otra mejilla… dejar también el manto… caminar el doble… no rechazar al que pida prestado… quien conoce a Jesús si quiere exagerar debe ser en el amor que está dispuesto a dar. No permitir que nada le robe la paz.
El rey Ajab dejó que afán desordenado de poder le gobernara y por eso permitió toda esta injusticia que escuchamos, para salirse con la suya se hizo el ciego para no mirar la injusticia que Jezabel le hizo a Nabot, pensó en lo que ganaría y no le importó lo que se fuera entre las patas. ¿Tendremos actitudes semejantes?
Pidamos al Señor la gracia de procurar ser caritativos antes que vengativos, procurar el bien antes que el beneficio ambicioso. Que antes de querer reaccionar acudamos al Señor, a su palabra. “Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.” Que nada nos robe la serenidad que tú das.
(P. JLSS)
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