(Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62 / Sal 22 / Jn 8, 1-11)
Para lograr seguir al Señor en medio de las dificultades debemos tener presentes las palabras del Salmo: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.” Tener presente esto nos hará no rendirnos tan fácilmente, estando del lado de Jesús todo será más tranquilo.
¿Estamos dispuestos a dejarnos transformar por Dios? En el Evangelio encontramos una mujer sorprendida en adulterio que al ser llevada a Jesús aprovecha la cercanía y la misericordia que le ofrece y se va perdonada, solo con una condición, no volver a cometer el mismo pecado, no volverlo a hacer.
En la primera lectura escuchamos la historia de este par de ancianos que en lugar de servir a Dios y aprovechar su sabiduría para hacer el bien, se aprovechaban de sus conocimientos para hacer el mal, se servían de Dios… por ello siempre digo que me dan más miedo quienes se creen buenos que los que se saben pecadores.
Pidámosle a Dios que no permita nunca que endurezcamos nuestra conciencia, que siempre estemos abiertos a su gracias para disfrutar de su misericordia, si nada nos remuerde la conciencia, analicémonos no sea que en lugar de seguir a Cristo estemos siguiendo nuestros propios intereses.
(P. JLSS)
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