Memoria de Santa María Virgen, Madre de la Iglesia
(Hch 1, 12-14 / Sal 86 / Jn 19, 25-34)

Cuando celebramos la memoria de María como madre de la Iglesia, reconocemos que habiendo engendrado a Cristo, Cabeza de la Iglesia, en el momento de la Cruz además le fuimos encomendados a su cuidado todos los redimidos en la persona de Juan justo antes de morir.

Nos dice el relato evangélico: «Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí está tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.» así como hizo Juan ¿aceptas la compañía de María en tu vida?

Es muy interesante cómo Lucas le da un lugar importante a María en medio de la comunidad orante. Nos dice: “todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con María, la madre de Jesús, con los parientes de Jesús y algunas mujeres”. María no es una mujer especial y ella es «la madre» que Dios quiso para su hijo ¿que mejor intercesora queremos?

Hoy madre, nos acercamos a ti confiados en las palabras de tu hijo, y ponemos nuestras dificultades a tu alcance para que se las presentes y consigas que él nos ayude al igual que lo hiciste en las bodas de caná (Cf. Jn 2, 1-11) cuando se había terminado el vino. Tu siempre nos conduces a Él de manera humilde, tu grandeza está en todo lo Dios ha hecho en ti (Cf. Lc 1, 48-49) y no eres soberbia, por eso «Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!

(P. JLSS)