(Hch 2, 14. 22-33 / Sal 15 / Mt 28, 8-15)

¿Aceptas el amor que Dios te ofrece? El apóstol san Pedro, después de recibir el Espíritu Santo prometido, cree profundamente en Jesucristo y es capaz de confesar que, “Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio…”

Reconoce que al Señor ni la muerte lo puede retener, hasta llega a interpretar las palabras del Salmo: “Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción” como referidas a Él.

Siguiendo las palabras del Salmo, podemos afirmar que «teniendo al Señor de nuestro lado, jamás tropezáremos» ¿cómo anda tu tranquilidad? ¿Tienes puesta tu confianza en Dios? Escuchemos las palabras que el Señor dirige a las mujeres como dirigidas a nosotros: “no tengan miedo”.

Padre ayúdanos a no dejarnos distraer por ninguna voz ajena a ti, que no permitamos que nada ni nadie nos gobierne ni quite la libertad. Nosotros somos tus hijos adoptivos y por Jesucristo hemos conocido que tu fidelidad, tu amor y tu poder es más fuerte que la misma muerte. Destierra de nosotros todo miedo e inseguridad tal como lo hiciste con Pedro.

(P. JLSS)