“Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo.” Cuando celebramos a cualquier apóstol estas palabras adquieren mayor sentido, estos hombres se desgastaron porque así sucediera y que en cada rincón se conociera el Evangelio.

Sin embargo, celebrar a los apóstoles Pedro y Pablo es de una importancia extraordinaria, ambos vivieron una experiencia profunda de la Misericordia de Dios, ambos dejaron que esta experiencia marcara sus vidas y ambos, movidos por el amor se esforzaron por cumplir con su misión.

Pedro, aún habiendo reconocido a Jesús «el Mesías, el Hijo de Dios vivo», en el momento de la pasión le niega, pero una vez resucitado reconoce que le ama «tú lo sabes todo, tú sabes que te amo»; Pablo quien buscaba la verdad, tras encontrarse con ella, con Cristo, no dudo en dejar todo de atrás y hasta reconocer que para él «la vida es Cristo».

Reconociendo a estos dos grandes hombres, aprendamos de ellos, Pedro no se volvió a ver como «el que lo negó» ni Pablo como «el ex perseguidor», ambos se vieron como los amados profundamente y perdonados. ¿Qué nos cuesta dejarnos vencer por el amor y hacer de lado esos prejuicios que sólo nos hacen limitar la acción de Dios en nuestras vidas?

(P. JLSS)