(Rom 6, 19-23 / Sal 1 / Lc 12, 49-53)
San Pablo tras encontrarse con el Señor, se deja amar completamente y sin reservas, de tal manera que es capaz de abandonar todo y llegar a afirmar lo que escuchamos en la aclamación: “todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a él.” Procuró vivir siempre de acuerdo al amor recibido.
Eso es precisamente lo que debemos hacer cada uno de nosotros, vivir de acuerdo al amor que Dios nos ha dado, porque es “dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.”
Dejemos que el fuego que vino a traer Jesús a la tierra, ya arda en nuestro interior e incendie todos los aspectos de nuestra vida, que se nos note que poseemos al Espíritu Santo y dejemos que el «dirija nuestras pensamientos, palabras y acciones sigan el camino de tus mandatos».
Padre Santo que no nos de miedo defender la verdad, que sepamos anteponer siempre el cumplimiento de tu voluntad a cualquier otra cosa y que nos importe más el quedar bien contigo que con cualquier otra persona. Que el Espíritu Santo fortalezca en nosotros la confianza en ti, que nada nos haga dudar de que el que confía en ti “es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.”
(P. JLSS)
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