(Ex 40, 16-21. 34-38 / Sal 83 / Mt 13, 47-53)
Nuestra opción por Jesús debe ser total, porque como decíamos ayer «no se puede servir a dos amos», hoy en el Evangelio escuchamos como el Señor nos invita a seguirle con libertad. Si hay algo que Dios siempre nos respetará será nuestra libertad.
Ciertamente que en el tiempo de Moisés fue necesario dar la Ley para ir educando al pueblo pero carecía de poder para convertir el corazón del pecador, a nosotros se nos ha dado la gracia que por la fe en Jesucristo convierte nuestros corazones para que obremos de manera buena.
Todos sabemos que Dios está habita en nosotros por el Espíritu Santo que se nos ha dado (Cf. Rm 5, 5) y también sabemos que es aquello que estorba en nuestra relación de amor y que ayuda a esta comunión. Si nos hemos encontrado con Cristo debemos optar siempre por lo que dé mayor gloria a Dios.
Padre “Abre, nuestros corazones para que comprendamos las palabras de tu Hijo. Haz que nos dejemos mover por tu Espíritu y que seamos dóciles a sus inspiraciones para actuar conforme a la dignidad que nos has dado y el amor que nos tienes, elegir siempre lo que nos conviene. “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas.”
(P. JLSS)
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