(Hch 15, 7-21 / Sal 95 / Jn 15, 9-11)
¿Contar con Jesús te produce alegría o te da igual? Jesús en el Evangelio fue muy claro: “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor”. ¿Qué necesitamos para permanecer el amor de Dios? Tener fe en su Hijo y su obra salvadora y aceptar aquello que el Espíritu Santo nos pida.
¿Cómo lograron los apóstoles soltar algo a lo que estaban aferrados como lo era la circuncisión? Mirar la acción de Dios y dejarse guiar por el Magisterio, cuando Pedro (ex cathedra) dijo: “Dios, que conoce los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo, igual que a nosotros. No hizo distinción alguna, ya que purificó sus corazones con la fe.”
Después de escuchar las palabras de Pedro, hubo silencio y se escucharon mutuamente, llegando a una conclusión firme: “Por lo cual, yo juzgo que no se debe molestar a los paganos que se convierten a Dios; basta prescribirles que se abstengan de la fornicación, de comer lo inmolado a los ídolos, la sangre y los animales estrangulados.”
A lo único que debemos aferrarnos y proteger que nada nos aleje de ello es el amor de Dios así nos lo enseñó el Señor. Debemos obedecer sus palabras y él permanecerá con nosotros. “Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena…”
(P. JLSS)
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