(Est 4, 17n. p-r. aa-bb. gg-hh/ Sal 137 / Mt 7, 7-12)
“Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes…” ¿Cómo lograr esto? Dependerá de la aceptación que se haga de la misericordia en uno mismo, es decir, del reconocimiento que hagamos del inmenso amor que Dios ha tenido para con nosotros por pura generosidad.
La recomendación del Señor este día es a orar confiados en la misericordia de Dios. “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre.” No se trata sólo de pedir, se trata de acercarnos confiados en que el Padre nos ama y siempre nos escucha.
Imitemos la actitud de la reina Ester quien ante la amenaza no se aferra, reconoce su realidad y cómo Dios es el único que la puede librar del peligro que le asecha. Así también tú y yo debemos pedir al Espíritu Santo que nos conceda la humildad necesaria para poder reconocer en qué situaciones sólo él puede librarnos.
No permitamos a cualquier amenaza que nos haga olvidar todo lo que Dios ya nos ha demostrado. Hagamos este ejercicio en nuestra oración del día de hoy, agradezcamos lo que ya ha hecho por nosotros, nos podemos ayudar con las palabras del Salmo: “Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor.” Y después pidámosle por aquello que necesitamos realmente.
(P. JLSS)
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