(Hb 3, 7-14 / Sal 94 / Mc 1, 40-45)
Todos nosotros debemos esforzarnos por tener un encuentro cada vez más profundo con el Señor y su acción, abandonarnos confiados a la influencia de su amor y de su gracia, por ello hoy sería interesante que nos cuestionáramos qué haríamos si tuviéramos al Jesús enfrente.
En el Evangelio escuchamos la historia de aquel paralítico que al encontrarse con Jesús, pone en sus manos la enfermedad que le aqueja, «si tú quieres, puedes curarme», no sabemos si ya había conocido a Jesús o no, lo que si podemos descubrir en el relato es que creía en su poder. Creyó y confió.
¿Cómo está tu confianza en Dios? ¿Firme? ¿Débil? ¿Cómo se encuentra tu corazón, abierto o cerrado a la acción de Dios? En la primera lectura escuchamos el verso del Salmo: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.” Se recomienda cuidar a l estado de nuestro corazón.
Señor, infunde tu Espíritu en cada uno de nosotros, renueva todos nuestros pensamientos, palabras y acciones para que éstos estén ordenados a cumplir y aceptar tu voluntad, no permitas que caigamos en cansancio ni en desánimo, que estemos siempre abiertos a tu amor. Jesús manso y humilde de corazón, danos un corazón semejante al tuyo.
(P. JLSS)
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