(Is 45, 6-8. 18. 21-25 / Sal 84 / Lc 7, 19-23)
El domingo pasado hemos escuchado en el Evangelio cuando Juan Bautista manda a preguntar a Jesús si es él el que habría de venir, contado por Mateo y hoy escuchamos como lo cuenta Lucas. Este último aclara que el Señor “curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados…”
Esa dinámica también la tiene con nosotros, primero hay que reconocer su obra y después le iremos creyendo cada vez más. A Juan le manda decir: “Dichoso el que no se escandalice de mí”, el Señor se le debe reconocer por quien es, no por lo que dicen que es; al Señor hay que reconocerle como nuestro salvador personal, reconocer todo lo que ya ha hecho por nosotros.
Reconociendo que ha cumplido siempre sus promesas debemos tener presente que el prometió que volvería y así lo hará, tratemos de guardar en nuestra mente y corazón las palabras de la aclamación, “Levanta tu voz para anunciar la buena nueva: ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder.” Cuando las cosas se pongan difíciles piensa en Dios y en que prometio volver, el tiene el poder para liberarnos de todo lo que nos aqueja. Dirijamos nuestras dudas a él.
Padre reconocemos tu poder y el amor que nos tienes pero nuestra confianza a veces vacila por prestar demasiada atención en todo aquello que no comprendemos, por ello te pedimos que venga a nosotros el Espíritu Santo, como lluvia sobre tierra reseca y tendremos vida. “Dejen, cielos, caer su rocío y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar la salvación y que brote juntamente la justicia.”
(P. JLSS)
0 Comments