(Ez 18, 25-28 / Sal 24 / Flp 2, 1-11 / Mt 21, 28-32)

La semana pasada la palabra de Dios nos invitaba a reconocer la constante búsqueda y llamado que Dios nos hace, también se nos invitaba a anhelar la vida eterna (el pago de la jornada) y no andar perder el tiempo mirando cómo responde el otro. Esta semana se nos enseña en qué si debemos poner atención: en la forma de actuar de Dios y el ejemplo de Cristo.

Tengamos la humildad de orar con las palabras del Salmo, “Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.” Y Dejémonos confrontar por lo que Dios nos dice por medio del Profeta Esequiel: “Si ustedes dicen: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto?”

Si hemos sido perdonados por Dios ¿no deberíamos haber aprendido a perdonar también nosotros? Debemos abandonar toda soberbia y pedir la humildad para recapacitar y aceptar aquello que debemos cambiar, como lo hizo el personaje de la parábola, que se arrepintió e e hizo la voluntad de su padre. Si ni Cristo se aferró a las prerrogativas de su condición divina ¿tú a qué te estás aferrando?

Nunca es tarde para recapacitar y volver a Dios, no permitamos que el andar creyéndonos “muy buenos” limite el actuar de Dios, no vaya ser que se cumplan en nosotros las palabras de Jesús: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios… ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él.”

(P. JLSS)